¿Cambio?

Bueno, parece ser que las previsiones se han cumplido y Obama ha barrido al tipo de las patatas. Me alegro por Obama, por USA y por el resto del mundo, porque 4 años más de gestión republicana nos habría llevado, no sé, a invadir la Luna. Pero sobre todo me alegro porque Sarah Palin va a volver al iglú con sus chopocientos cachorros y se le van a quitar las ganas de decir o hacer más gilipolleces.

Y ahora me pongo trascendente:

En un tiempo en que la mediocridad arrasa en todo el mundo, con gente poco preparada que alcanza el éxito por puro descarte y porque, como diría Douglas Adams, la gente es un problema, aunque no sirva de mucho en lo práctico es espeanzador que surjan políticos a la antigua usanza, no en ideología, sino en las formas. Obama ha ganado porque USA no podía caer más bajo, y una vez has catado la mayor de las vilezas, necesitas -exiges- la excelencia. Después de un vaquero mediocre que agitó el avispero de Oriente Medio vino Clinton, y con todo su pichabravismo, ayudó en gran medida al final de la guerra en los balcanes; ahora, después de un deficiente mental borracho y fanático, cuyo mítico legado serán dos países destrozados, unas finanzas raquíticas y un legendario episodio con una galleta, sólo podíamos ir p'arriba; y digo podíamos porque Obama, no nos engañemos, tiene el destino del mundo en sus manos.

Así que me alegro de que por una vez desde hace mucho, y aunque en lo cotidiano no vayan a cambiar mucho las cosas, haya ganado un espíritu, un mensaje, una figura emblemática decidido a convertirse en un icono y a ser consecuente con ese destino: el hombre del cambio, del Podemos, el primero en muchas cosas, alguien que es capaz de generar simpatías y adhesiones aludiendo a la esperanza, la confianza y la necesidad de dar pasos adelante.

Es evidente que Barack Obama no es Gandhi, y que dada la situación mundial y lo podrido que está todo tendrá sus cosas, pero si los USAmericanos han sido capaces de poner al frente del país a alguien a quien aún hoy día hay quien amenaza sólo por ser negro, es que aún hay algo que salvar. No a Obama, por supuesto, que tiene que demostrar que vale lo que se espera de él, sino a la idea de que la política aún puede ser útil; al menos para crear símbolos, algo de lo que no andamos sobrados hoy día.