9.8.10

Origen, lo que los Wachowski No Tuvieron Pelotas a Hacer



Me gusta más el título original, pero me da igual. Aunque se llamara "las locas aventuras oníricas de Leo en el país de Mementolandia" seguiría molando. Es una peli másmola. De hecho es la peli másmola del año. Y éso, habiendo un Iron man en temporada, es mucho decir.

Origen es una peli en la que, atención, unos ladrones se introducen en los sueños de magnates industriales para robarles las ideas sin que lo sepan. Para ello hacen servir un aparato metido en una maleta a la que se conectan el Sujeto, el Extractor, el Arquitecto, y un Hombre Clave, para meterse todos en el sueño de uno de ellos. Para conseguir que el Sujeto acceda a ésto, se le engaña diciéndole que se le va a entrenar precisamente para defenderse en sueños de la posible intromisión de otros extractores.

¿Lío? Llevamos cinco minutos escasos de peli. En una de estas operaciones algo sale mal y el Sujeto (Ken Watanabe), una vez despierto, convence/amenaza al equipo del extractor Cobb (Leonardo DiCaprio) para que hagan lo mismo en otro Sujeto, pero al revés: es decir, plantar una idea para que al despertar el sujeto crea que es suya y la desarrolle. Es lo que se conoce como Origen.

¿Más lío? Creo que aquí van veinte minutos escasos. Y aún falta por meter a Mal, la mujer de Cobb, proyección mental de su culpa; los DejaVus con sus hijos y e concepto del Tótem. Pero ya no se puede contar más. Lo que viene a continuación, aparte de ser muy largo y muy difícil de explicar, es injusto no descubrirlo por uno mismo.

Porque Origen es una de esas películas que pueden no gustarte, o no interesarte a priori, pero que no te puedes morir sin haber visto. No es justo negarte a tí mismo el disfrute que supone asistir a un desafío tan provocador y a la vez tan bien explicado. Nolan demuestra tenerlos cuadrados y de cemento armado porque, salvo un par de detalles de FX y un par de escenas de acción breves y funcionales (salvo una de ellas, de la que me ocupo más tarde), no baja de nivel ni lo más mínimo para hacer la historia asumible, sino que confía plenamente en su capacidad narrativa para explicártelo todo. Y aprueba con nota, con mención y con un beso en la boca, el cabrón.

En Origen se suceden explicaciones ametralladas, niveles de sueños, planes descabellados, suplantaciones de personalidad, cambios temporales e improvisaciones sobre la marcha a toda pastilla. El espectador se ve literalmente aplastado por la cantidad de información nueva y que debe retener deprisa si no quiere perderse, no ya en la trama, sino en el juego. No es una película demasiado difícil de entender, pero hay que estar dispuesto a currar, y sobre todo no frustrarse, porque lo que no pilles ahora lo pillarás después. Nolan siempre da pistas, siempre te lleva de la mano pero tiene la capacidad de los grandes de no dártelo todo mascado, para que las piezas encajen a la vez emocional e intelectualmente en su momento justo: para ejemplo, el momento de las "patadas sincronizadas", que te lo cuentan tres veces en los tres niveles pero que hasta que no lo ves no lo entiendes. Pero cuando lo entiendes, respiras.

Como realizador, está claro que Nolan no es Spielberg, ni ganas. Es más un Cameron primerizo, preocupado por el impacto y la nitidez, sin florituas excesivas pero sin renunciar a cierta estética realista. Incluso en el momento más loco visualmente, la visita/adiestramiento de Ariadne a París, es sencillo, contundente y directo. Ya en Batman lo era, así que nada que objetar. Se le ha criticado ser un mediocre director de acción, pero es que Nolan no está interesado en la pirotecnia visual: la mete porque la peli cuesta 200 millones y va en verano, pero no tiene ninguna intención de hacer un Matrix... y nosotros que lo agradecemos. Sin embargo, se permite un caprichito: una alucinante pelea en un pasillo de un hotel mientras éste está siendo literalmente agitado como en una coctelera. Le dan una escena como ésa a Michael Bay y nos explota la cabeza.


Como director, sólo puedo decir que hoy en día hay pocos, muy pocos tipos con el aplomo y la solidez de Nolan para que una peli enorme, compleja, casi inabarcable como ésta no se le vaya de las manos, teniendo como tiene el problema añadido de ser carne de multisalas. Sus magníficos Batman son un buen precedente, pero éste es un salto sin la red que suponen los fans de personaje icónico alguno. No me tiembla el pulso si digo que me recuerda a la insultante seguridad en sí mismo que demostraba Kubrick; basta ver cómo resuelve visualmente un elemento clave de la trama: las diferentes velocidades del tiempo en los diferentes niveles de sueño, para lo que aprovecha tanto la cámara lenta de toda la vida (incluído un creativo uso de los "frenazos al estilo 300"), como la idea de la ingravidez, como la de caminar sobre la nieve, como la de una ciudad infinita y vacía, apocalíptica. Donde otro hubiera puesto relojes, Nolan añade no una, sino dos nuevas dimensiones (tiempo y estados de consciencia) al concepto "montaje paralelo". Por si alguien duda, ésto está mucho peor explicado aquí que en la película.

Los actores están perfectos. No son personajes de Oscar (salvo quizás el de DiCaprio) y tienen el enorme inconveniente de ser tanto ideas andantes como piezas de un mecanismo muy preciso. Su caracterización es bastante superficial, y los actores, sabiéndolo, simplemente se unen a la fiesta. DiCaprio confirma que es el nuevo Tom Cruise, pero mejor, Joseph Gordon Levitt pide un protagonista de peso a gritos, Hardy está carismático, Page está muy consciente de su papel de "catalizador para que el público se entere de algo" y Marion Cotillard es, simplemente, la rival más seria de Kate Winslet en el trono de Ser Más Adorable De la Tierra. Su presencia es magnética, y no tiene problemas para ser tan frágil y atormentada como dura y cruel. Sus momentos con DiCaprio son de lo mejor, aunque cierta escena supuestamente trágica de su personaje no esté rodada a la altura.

A nivel visual la peli funciona como todas las de Nolan: no se notan, pero están ahí. No hay nada de alarde, nada destaca pero todo es como tiene que ser: los diferentes niveles de sueño se distinguen por diseño, por sutiles cambios en la fotografía, sin esos filtros cantosos que nos gritan "ésto es realidad" y "ésto es Matrix". Los FX están en la línea, lo cual es bueno y malo a la vez, porque si bien sirven perfectamente a la historia, no impresionan demasiado (que es lo que se busca, pero a veces te dejan como "pues vale").

Sin embargo, nada de ésto es nada sin el guión. Francamente, si esta peli no se lleva el Oscar al mejor guión, no sé qué hay que hacer para ganarlo.

En resumen, Christopher Nolan se marca otro de sus ensayos sobre la percepción fuera de la saga Batman. Ha explorado la identidad en "Following", la memoria en "Memento", la confusión en "Insomnia", el engaño en "The Prestige" y ahora se ocupa de los sueños y la culpa en "Inception". Nolan es pomposo, demasiado serio y un poco trascendente, pero si hace pelis como ésta, que lo clonen, por favor.

En "Hijos de los Hombres", Rafa Martín de Las Horas perdidas escribió que por fin nuestra generación tenía su Blade Runner. Yo creo que la peli de Cuarón es una de esas rarezas que nos devuelven la ilusión por un cine comercial, entretenido, adulto y arriesgado, pero "Origen" es algo más: es todo éso y, además, un reto, un desafío, una provocación.

Una Obra de Arte.