30.3.08
La Noche Es Nuestra, y la peli también
James Gray demostró con "The Yards" que el cine negro no ha muerto, aunque a veces atenten contra él en forma de ejercicios de revival kitsch (La Dalia Negra). El cine negro es un género muy versátil, casi un marco más que un género, en el que caben desde funcionales películas de intriga y construcción laberíntica (Sospechosos Habituales), hasta dramas familiares subidos de tensión por estar metidos en el mundo del hampa (El Padrino, que además de éso es la mejor Obra de Arte que ha dado este medio). "La Noche es Nuestra" forma parte de este último subgénero.
La peli cuenta la historia de un joven, Bobby (Joaquin Phoenix) y exitoso encargado de un club de moda de Brooklyn en los 80, cuyo dueño es un anciano comerciante de pieles ruso que le quiere y le trata como a un hijo. A pesar de los tejemanejes que se cuecen en su local y a cierto coqueteo con el consumo personal de drogas, se mantiene relativamente limpio. Aunque éso trae sin cuidado a su padre, el jefe de policía del distrito (Robert Duvall), y su hermano, Joe (Mark Wahlberg), nuevo comandante de narcóticos, que consideran la vida de Bobby un sumidero de porquería por el que se está colando el chaval. Bobby se ve en el aprieto de tener que jugar a dos bandas, bregando con su familia y con los narcos que ven en su local y en él un filón en su cadena de distribución.
Gray trata grandes temas en esta peli, y lo hace desde la clásica diatriba de un personaje atrapado por las circunstancias, que le llevan a tener que escoger entre dos bandos. La culpa es el principal, pero también están la redención, el miedo, el resentimiento y la autosuficiencia. En este último sentido, el guión es especialmente duro con los procedimientos policiales, mostrándolos desde inoperantes hasta directamente fatales; el personaje de Duvall vive este proceso desde la inflexibilidad de un policía excesivamente duro con su hijo "descarriado", hasta un padre preocupado por la relación de sus hijos una vez éstos ya han sido rozados por el peligro de estar del lado de la ley. Bobby le demuestra que, a veces, la puerta de atrás es mas efectiva y más justa que las rígidas normas de la policía.
Durante la mayor parte del metraje, la historia avanza con seguridad y los hechos se suceden de forma bastante coherente y con alguna sorpresa, pero siempre dentro de los límites de lo creíble. Las pocas escenas de acción están resueltas con brío y contundencia, sin alardes pero sin perder sentido del impacto, más que del espectáculo; especialmente vibrante es la persecución bajo la lluvia, valientemente escorada desde el interior de un sólo coche. Lástima que el tiroteo final sea el que esté peor rodado, incluso de forma algo torpe, quizás porque Gray ya ha cargado tintas sobre los personajes y no puede de repente cambiar a jugar a ser DePalma.
Sin embargo, dos son los problemas de la peli.
Uno es que, llegado un punto de la trama, algunas soluciones se revelan francamente forzadas, como la maniobra que lleva a Bobby a participar en el asalto final. Desconozco los protocolos de ingreso a la policia de Nueva York, pero me da que ahí han patinado un poco.
El otro problema es que la peli se sabe buena, se sabe grave, y se lo cree, y en algunos momentos peca de pretenciosa para tratar temas que resultan muy funcionales en el género (los problemas familiares, encarnados en el personaje de Eva Mendes) y lo hace como si formaran parte de un discurso de autor muy personal. La traición de cierto personaje a Bobby, por ejemplo, se trata como si se estuviera haciendo una disección sobre la amistad, cuando ni el personaje es tan carismático como para que resulte un choque su acción, ni resulta nada difícil recordar exactamente el mismo mecanismo en otra gran película hermana de ésta: "Atrapado por su pasado".
En fin, es una peli buena, entretenida y muy bien contada. Se agradece que se siga haciendo cine confiando en historias, actores y algún regalito para la platea. Su pretenciosidad tampoco molesta, mas bien es un rasgo más de su director. Más que recomendable.
26.3.08
Bueno pero qué pasa!!!
Richard Widmark, mítico actor de inconfundible rostro visto en deceneas de westerns, murió el lunes. Hoy ha salido la noticia.
He de confesar que la época y las películas en que este buen señor fue más destacado no son lo más admirado por mis gustos, pero bueno, con él se va parte de ese cine clásico que tanto se añora, algunos idealizándolo francamente en exceso, pero que nunca volverá.
Apareció en muchas pelis; la más destacable de ellas, probablemente, "Dos cabalgan juntos", del gran John Ford, una del oeste de manual, de esas que tanto gustan a los abuelos cuando las ponen los sábados por la tarde, en forma de pésimas copias, todo sea dicho.
Junto con lo de Rafael Azcona es la noticia negra de la semana. El hombre tenía 93 años y ya estaba retirado, pero qué demonios, Clint Eastwood tiene casi 80 y el día que falte más de uno se va (nos vamos) a quedar de piedra.
Ale, a cabalgar con Wayne.
Las SS
Tal vez por el contraste respecto al resto de pacientes de la mañana, que superaba de largo la esperanza de vida de cualquier país europeo, el chico que se presentó a las 8:30, sosteniendo precariamente su casco y su mochila, fue equívocamente rejuvenecido en la percepción de la doctora. 19, quizá 22, como mucho, pensó. Y por lo tanto tonto perdido, claro.
-¿Has traído el volante de tu médico de cabecera? -espetó, sin responder al "buenos días" del chico.
-Pues... no lo tengo -acertó a balbucear él, más pendiente de que no se le cayera nada y de adivinar si la silla extrañamente dispuesta era para él o qué.
-Tienes que tenerlo -inquirió la doctora. La enfermera miró al chico muy seriamente. En cualquier momento iban a sentarle y ofrecerle que llamara a su abogado si quería seguir con aquello...
-Pues, la primera vez que vine el día estaba equivocado, así que me dieron otro papelito con el día de hoy. Nada más.
-La primera vez que viniste -mirada rápida a su lista-, que no llegaste a venir, tenías que traer el volante del médico de cabecera...
"Y debieron darme bien el día, no te jode" -pensó el chico-. "Y además, si tengo visita programada, es de suponer que es porque me la pidió el médico de cabecera, ¿no? ¿O salgo en esa lista por casualidad?".
-Pues no lo he traído -quiso concluir el chico. Mal empezamos, para ser la primera visita, programada por el médico de cabecera... hace siete meses.
-Bueno, ¿qué te pasa? -la doctora, en un alarde de pragmatismo sin precedentes, decidió preguntar al paciente en lugar de mirar su volante; más que nada porque el paciente no traía volante. Lo que yo decía, 20. Tonto perdido.
-Tuve un accidente hace unos años y quiero saber cómo está.
"Anda, si no hacía falta volante" -pensó la doctora, mitad esperanzada por un caso totalmente nuevo (nada de graduaciones de vista a jubilados, ¡oftalmología de verdad!), mitad temerosa de ver amenazada su práctica rutina.
-Siéntate ahí -señaló el sillón de examen. El chico dejó abruptamente sus trastos en el suelo y se sentó-. A ver, dices que un accidente. ¿Qué te pasó?
-Me hice una herida y me suturaron. Quiero saber cómo está.
-¿Cuánto hace de ésto?
-Unos doce años.
-¿Y ahora quieres saber cómo está?
-Hasta ahora he tenido otras cosas que hacer -"me he sacado dos carreras y el carnet de conducir de coche y moto, he tenido dos novias, he vivido en el extranjero, he ascendido en el trabajo en el que llevo diez años, me he comprado y reformado un piso y he vivido una fuerte tragedia familiar, nada, un par de cosillas..."
-¿Y tienes el informe de alta?
Silencio.
-No me digas que no lo traes.
-Pues como hace tanto tiempo, si lo tengo no sé ni dónde está.
-Pero tienes un informe...
-A ver, me operaron, me vieron un par de veces y cuando los puntos se cerraron me largaron -el exquisito nivel de atención que recibió durante su primera y única estancia en un hospital le llenaba los ojos de lágrimas. O eso o la luz que enfocaba a su retina, debía ser.
La doctora esquivó el dardo indirecto con audacia.
-Pero cuando te largaron te dieron un papelito, ¿no?
"Esta señora no ha oído hablar de la correspondencia ecológica".
-Pues sí, supongo, pero no lo tengo.
-Esos papelitos se tienen que pasear. Se hacen fotocopias, se guardan, y sirven para estas cosas.
"Señora, desde el accidente he cambiado de casa tres veces, y de armario, quizá otras tantas. Cuando me rajé el ojo no podía votar, y ahora tengo dos amigos esperando críos. No me dé lecciones de organización, que me dieron visita hace siete meses".
-Bueno, pues entonces...
"Ahora va a decirme que hasta que no tenga el papelito no puede seguir".
-... pues entonces yo no te voy a hacer el seguimiento, te voy a hacer el principio, porque no sé el punto de partida -concluyó.
"Bueno, tú sabrás, que eres el médico. Total, en el informe sólo decía que el ojo estaba perfecto, salvo por un siete justo en el centro, que no se puede arreglar con gafas".
Más exámenes de vista. La doctora ve que el ojo derecho no guipa a partir de la cuarta línea, pero el izquierdo lo compensa. No mira las gafas, que le dirían que, a pesar de lo anterior, la corrección la tiene en el izquierdo; en la derecha tiene el cristal neutro. El chico recuerda ese dato justo al escribir la historia en su blog...
La doctora habla con la enfermera. Le programarán una segunda visita para verle dilatado, y le graduarán la vista. El chico sigue dándole vueltas al tema del informe de alta.
-Podría pedirles una copia de ese informe al hospital...
-Bueno... Te pedirán el papelito.
El papelito va a empezar a ser un objeto mágico que abre todas las puertas de esta dimensión. ¿Harán una peli con niño que lo busca?
-Claro, como no tenemos nombres, ni DNIs... -deja caer el chico. Joder que ahora los mossos te hacen una foto a 140 y saben al momento si has pagado el seguro. No me digas que sin una mierda de papel no puedo saber cómo estaba mi ojo después de la única operación que he sufrido en mi vida. Además que mi ojo me interesa ahora, no hace doce años.
La doctora se pone en guardia ante esta súbita muestra de ínfima insolencia. El chico tiene cerebro y sabe replicar. Es tímido, tampoco es El Gran Wyoming, pero no es tonto. Igual tiene más de 20.
-No sé si estarían informatizados en su día -replica la doctora.
-Bueno, lo intentaré -el chico se levanta, con las pupilas como el trasero de Lucía Lapiedra. Coge sus cosas y sale. La enfermera le da las útimas instrucciones para la siguiente visita. Sin embargo, antes, la doctora le ha dicho "buenos días", quizá para despedirse, quizá como respuesta a los suyos de antes, ahora que ya se los ha ganado...
Me han dado visita para Agosto. 5 meses justos. A ver si para entonces tengo El Papelito.
-¿Has traído el volante de tu médico de cabecera? -espetó, sin responder al "buenos días" del chico.
-Pues... no lo tengo -acertó a balbucear él, más pendiente de que no se le cayera nada y de adivinar si la silla extrañamente dispuesta era para él o qué.
-Tienes que tenerlo -inquirió la doctora. La enfermera miró al chico muy seriamente. En cualquier momento iban a sentarle y ofrecerle que llamara a su abogado si quería seguir con aquello...
-Pues, la primera vez que vine el día estaba equivocado, así que me dieron otro papelito con el día de hoy. Nada más.
-La primera vez que viniste -mirada rápida a su lista-, que no llegaste a venir, tenías que traer el volante del médico de cabecera...
"Y debieron darme bien el día, no te jode" -pensó el chico-. "Y además, si tengo visita programada, es de suponer que es porque me la pidió el médico de cabecera, ¿no? ¿O salgo en esa lista por casualidad?".
-Pues no lo he traído -quiso concluir el chico. Mal empezamos, para ser la primera visita, programada por el médico de cabecera... hace siete meses.
-Bueno, ¿qué te pasa? -la doctora, en un alarde de pragmatismo sin precedentes, decidió preguntar al paciente en lugar de mirar su volante; más que nada porque el paciente no traía volante. Lo que yo decía, 20. Tonto perdido.
-Tuve un accidente hace unos años y quiero saber cómo está.
"Anda, si no hacía falta volante" -pensó la doctora, mitad esperanzada por un caso totalmente nuevo (nada de graduaciones de vista a jubilados, ¡oftalmología de verdad!), mitad temerosa de ver amenazada su práctica rutina.
-Siéntate ahí -señaló el sillón de examen. El chico dejó abruptamente sus trastos en el suelo y se sentó-. A ver, dices que un accidente. ¿Qué te pasó?
-Me hice una herida y me suturaron. Quiero saber cómo está.
-¿Cuánto hace de ésto?
-Unos doce años.
-¿Y ahora quieres saber cómo está?
-Hasta ahora he tenido otras cosas que hacer -"me he sacado dos carreras y el carnet de conducir de coche y moto, he tenido dos novias, he vivido en el extranjero, he ascendido en el trabajo en el que llevo diez años, me he comprado y reformado un piso y he vivido una fuerte tragedia familiar, nada, un par de cosillas..."
-¿Y tienes el informe de alta?
Silencio.
-No me digas que no lo traes.
-Pues como hace tanto tiempo, si lo tengo no sé ni dónde está.
-Pero tienes un informe...
-A ver, me operaron, me vieron un par de veces y cuando los puntos se cerraron me largaron -el exquisito nivel de atención que recibió durante su primera y única estancia en un hospital le llenaba los ojos de lágrimas. O eso o la luz que enfocaba a su retina, debía ser.
La doctora esquivó el dardo indirecto con audacia.
-Pero cuando te largaron te dieron un papelito, ¿no?
"Esta señora no ha oído hablar de la correspondencia ecológica".
-Pues sí, supongo, pero no lo tengo.
-Esos papelitos se tienen que pasear. Se hacen fotocopias, se guardan, y sirven para estas cosas.
"Señora, desde el accidente he cambiado de casa tres veces, y de armario, quizá otras tantas. Cuando me rajé el ojo no podía votar, y ahora tengo dos amigos esperando críos. No me dé lecciones de organización, que me dieron visita hace siete meses".
-Bueno, pues entonces...
"Ahora va a decirme que hasta que no tenga el papelito no puede seguir".
-... pues entonces yo no te voy a hacer el seguimiento, te voy a hacer el principio, porque no sé el punto de partida -concluyó.
"Bueno, tú sabrás, que eres el médico. Total, en el informe sólo decía que el ojo estaba perfecto, salvo por un siete justo en el centro, que no se puede arreglar con gafas".
Más exámenes de vista. La doctora ve que el ojo derecho no guipa a partir de la cuarta línea, pero el izquierdo lo compensa. No mira las gafas, que le dirían que, a pesar de lo anterior, la corrección la tiene en el izquierdo; en la derecha tiene el cristal neutro. El chico recuerda ese dato justo al escribir la historia en su blog...
La doctora habla con la enfermera. Le programarán una segunda visita para verle dilatado, y le graduarán la vista. El chico sigue dándole vueltas al tema del informe de alta.
-Podría pedirles una copia de ese informe al hospital...
-Bueno... Te pedirán el papelito.
El papelito va a empezar a ser un objeto mágico que abre todas las puertas de esta dimensión. ¿Harán una peli con niño que lo busca?
-Claro, como no tenemos nombres, ni DNIs... -deja caer el chico. Joder que ahora los mossos te hacen una foto a 140 y saben al momento si has pagado el seguro. No me digas que sin una mierda de papel no puedo saber cómo estaba mi ojo después de la única operación que he sufrido en mi vida. Además que mi ojo me interesa ahora, no hace doce años.
La doctora se pone en guardia ante esta súbita muestra de ínfima insolencia. El chico tiene cerebro y sabe replicar. Es tímido, tampoco es El Gran Wyoming, pero no es tonto. Igual tiene más de 20.
-No sé si estarían informatizados en su día -replica la doctora.
-Bueno, lo intentaré -el chico se levanta, con las pupilas como el trasero de Lucía Lapiedra. Coge sus cosas y sale. La enfermera le da las útimas instrucciones para la siguiente visita. Sin embargo, antes, la doctora le ha dicho "buenos días", quizá para despedirse, quizá como respuesta a los suyos de antes, ahora que ya se los ha ganado...
Me han dado visita para Agosto. 5 meses justos. A ver si para entonces tengo El Papelito.
25.3.08
Rafael Azcona: se fue el Gran Guionista
Cuando uno piensa en guionistas, le vienen a la cabeza Daton Trumbo, Billy Wilder, Diamond, David Koepp, o Dios en la Tierra que es Steven Zaillian. Guionistas de oficio de toda la vida, que uno pone de ejemplo en cursos y conversaciones, y que imagina fumando ante una máquina de escribir, en mangas de camisa, ordenando hojas de bloc para cuadrar el ritmo.
Uno no se imagina a un guionista en la forma de un señor de Logroño bajito y panzudo, con jersey de punto y aspecto de profesor de escuela, y con maneras tan campechanas como el señor de la ferretería de la esquina. Y sin embargo uno de los más grandes guionistas que ha dado el cine es, era, exactamente así.
Rafael Azcona murió el domingo y lo hizo como lo hizo todo: sin alardear. El señor detrás de "Plácido", de "Bienvenido Míster Marshall", de "Belle Epoque", nos ha dejado, y el triste panorama del cine español se queda, si cabe, más huérfano aún de talento, porque sólo hay que ver lo que ha ganado el Goya este año para darse cuenta de que los Azcona que pueda haber, que no son muchos, tampoco tienen mucho que hacer, porque este señor escribía películas y lo que hacemos ahora a duras penas se merece que se les llame así. "La Soledad", desde luego, no.
Lejos de acritudes, sin embargo, demos un último adiós a este genio que de haber sido americano hubiera gozado de fama y prestigio mundiales pero que, siendo como era de Logroño, pues ha sido, ni más ni menos, el más grande de los escritores para cine que ha dado este país.
Insomnia
Madre mía que nochecita. He visto la 1 en el reloj. Y me levanto a las 4:22.
Es normal que después de varios días de descanso extremo a uno le cueste dormir. Pero es normal porque el cuerpo humano es una chapuza supina. Lo que realmente sería normal es que cuando necesitas dormir, pudieras entrar en fase REM directamente, y despertar justo cuando lo necesitas. Acepto un número de horas mínimo, vale, pero joder, que dependa del tiempo que tengas, no de lo predispuesto que esté tu cerebro a echarte una mano.
Si es que cuando oigo que el cuerpo humano es "una máquina perfecta" me entra la risa. Y un jamón. ver quién es capaz de maravillarse del fantástico mecanismo del organismo humano después de dormir 4 horas. Pues éso.
Es normal que después de varios días de descanso extremo a uno le cueste dormir. Pero es normal porque el cuerpo humano es una chapuza supina. Lo que realmente sería normal es que cuando necesitas dormir, pudieras entrar en fase REM directamente, y despertar justo cuando lo necesitas. Acepto un número de horas mínimo, vale, pero joder, que dependa del tiempo que tengas, no de lo predispuesto que esté tu cerebro a echarte una mano.
Si es que cuando oigo que el cuerpo humano es "una máquina perfecta" me entra la risa. Y un jamón. ver quién es capaz de maravillarse del fantástico mecanismo del organismo humano después de dormir 4 horas. Pues éso.
19.3.08
Maratón Contra El Parkinson
Como lo prometido es deuda, ahí van los vídeos de la gesta de José Antonio Sánchez a favor de APANET, Asociación de enfermos de Parkinson, grabados y editados por un servidor.
El primero explica la iniciativa y ofrece imágenes de la Breakfast Run, la carrera del día de antes en que se reparten los dorsales:
El segundo es un pequeño montaje sobre la carrera en sí. No hay nadie hablando porque bastante tenían con llegar a la meta enteros:
A correr todo el mundo!!
El primero explica la iniciativa y ofrece imágenes de la Breakfast Run, la carrera del día de antes en que se reparten los dorsales:
El segundo es un pequeño montaje sobre la carrera en sí. No hay nadie hablando porque bastante tenían con llegar a la meta enteros:
A correr todo el mundo!!
13.3.08
Pelis Míticas: Aliens
Voy a iniciar una serie de posts sobre pelis que me impresionan, me hacen gracia, me marcaron y, en definitiva, han hecho que me decante por esta forma de entretenimiento en lugar de, no sé, contar los horarios de los trenes (este hobby existe).
Y la primera es una de esas que de crío me moría por ver, que finalmente pude ver una noche en Tele5 (triste es la vida del cinéfago pobre) y que aún hoy día, tras dos secuelas y un par de violaciones vejatorias en la saga, sigue en forma: Aliens.
James Cameron recibió el encargo de escribir y dirigir la secuela del film de Ridley Scott a la vez que el del guión de "Rambo II". En el DVD explica que llegó a contar las páginas que necesitaba escribir al día para que no le pillara el toro. Contaba las horas que tardaba en escribir una, restaba tiempo para comer y dormir...bueno, que está como una chota no lo vamos a descubrir ahora. El caso es que el tipo se marcó un guión de casi 200 páginas que, cuando se lo enseñó a la Fox, hizo que éstos se rascaran la cabeza y pensaran: "Este tipo hizo una peli de acción de 85 minutos con 5 millones de dólares... ¿por qué demonios nos entrega El día más largo en el espacio?". La respuesta es simple; a James Cameron sólo le asusta una cosa: fracasar, y las expectativas puestas en él tras Terminator, sumadas a las de la secuela de la peli de ciencia ficción más influyente de los últimos 20 años, pues era para temerse no estar a la altura. Así que el amigo Jim tiró por el camino de enmedio y lo que se cascó fue una expansión del universo planteado en la peli de Scott, con el mismo personaje central (de hecho, el único que podía usar) en una situación parecida, pero dándole la vuelta para no ofrecer otra peli de gente perseguida por un bicho hambriento en una lata de la que no pueden salir. Recordemos que estamos en 1985, y que los clones de Alien habían asaltado ya pantallas y estanterías de videoclubs a placer.
Así pues, Cameron aportó a la secuela algo más que una nueva narración a partir de elementos ya conocidos. Lo que hizo fue ahondar en el entorno del personaje de Ripley. Creó La Compañía mencionada en la primera película y la bautizó como Weyland-Yasuni, atribuyéndole la misión de construir colonias en planetas remotos, entre ellos, LV-422, osea, AlienLandia. Tambien le dio a Ripley una historia más allá de su rango de Teniente: un trabajo, una personalidad y una hija perdida. Y por último, se lo pasó pipa con El Concepto, a saber: Marines Espaciales.
Repito: Marines Espaciales. Si aguien ha tenido otra idea tan genial en los 80, que levante la mano. Vale, el Depredador Transparente está a la altura. Pero ya.
Aliens es básicamente una peli de guerra en en el espacio. La historia arranca 72 años después de que la Nostromo recogiera al visitante, cuando la colonia que la Weyland ha instalado en el mismo planeta deja de dar señales de vida. Ripley, rescatada milagrosamente de la cápsula de salvamento y tomada por demente al explicar la historia, es enrolada como asesora en la misión de rescate organizada para ver qué ha pasado en la colonia. Una vez allí, y tras encontrarse el lugar devastado y con una única superviviente, los bichos, que campan a sus anchas, les obligan a aislarse en un módulo de vivienda, a la espera de que Bishop, el androide de la misión, vaya a buscar una lanzadera a la nave nodriza. Lo único que tienen que hacer es resistir, y salir de allí antes de que uno de los generadores de atmósfera escacharado haga volar por los aires toda la instalación. Evidentemente la resistencia se ve truncada por el hambre voraz de los bastardos alienígenas, obsesionados con destrozar a todo humano que se les ponga por delante.
Una vez el Cameron-guionista se cascó todo éso, sólo hacía falta que el Cameron-director dictador se encargara del resto. Y el tipo se peleó con medio equipo y despidió al director de fotografía y al actor principal nada más llegar, pero también hizo una peli que se llevó el Oscar a los efectos especiales costando 18 millones de dólares, en 1986. El Arca Perdida costó 20, en el 80, y Spielberg es de los que economiza. Ojo al dato.
Son varias, y todas acertadas, las ideas nuevas que el tito Jim mete en la peli. Vamos a verlas con detalle:
1.- AlienS. Pues sí amigos, el plural del título no es casual. Si en la peli de Scott, un sólo bichardo se cargaba a la tripulación entera de una nave que desconocía, en esta ocasión James Cameron multiplica la población hostil por 500. Hordas de bichejos negros pueblan la pantalla y atacan como un enjambre de abejorros gigantes. La regla de "si no es mejor, que sea más grande" se cumple orgullosamente en esta secuela ejemplar. Manos mal que en lugar de estibadores galácticos contaban con:
2.- Marines Espaciales. Me repito pero es que el concepto mola. Junto a Ripley viaja un pequeño destacamento de soldados de asalto hiperequipados, acorazados, malhablados y brutos como ellos solos. Sus apellidos son ya parte de la memoria colectiva de los frikis como yo. Sus armas, desde el eficaz rifle con contador de balas restantes, hasta las impresionante M-60 con arnés de steadycam que calzan Vásquez y Drake, han alimentado guerras ficticias en patios de colegios de todo el mundo. Son la leche. Los Recios de Rico son maricas con boina comparados con ellos. Sólo son comparables al equipo A y la panda de malotes que acompañaba a Chuache en otra Peli Mítica: Predator.
3.- Bishop, o la redención de Ash. El androide de la primera, interpretado por Ian Holm, era un señor mu raro que empezaba inspirando confinza y acababa descabezado por un extintor. Bishop, inmortalizado por Lance Henriksen, empezaba dando un mal rollo de la leche (con lo del cuchillico y esas maneras tan, tan correctas) y acababa siendo un personaje casi gracioso, antes, claro está, de ser literalmente partido en dos por...
4.- La Reina Alien. En su afán de expandir el mundo de Alien, Cameron creó lo que posiblemente es la aportación más acojonante a las pesadillas masculinas relacionadas con el miedo al misterio de la maternidad. Los Aliens, según establece Cameron a partir de entonces, son paridos en forma de huevos, de los que sale el cabrón con patas que se engancha al infeliz que le haga de huésped. ¿Pero quién pone los huevos? Pues una especie de araña gigantesca, con dientes transparentes y cornamenta ósea, con el vientre removible y un sentimiento maternal más bien tirando a violento. La batalla final entre madres, osea Ripley a bordo de un tractor humanoide y este engendro fascinante, es simplemente antológica.
5.- "Esto es una peli de bichos, pero también hay actores". Sigourney Weaber fue nominada al Oscar por su creación en esta peli. El nivel de carga emocional que Cameron regala al personaje es tal, que consigue destacar por encima de todo lo anterior, en una peli cuya protagonista aparecía en el cartel con un lanzallamas y una niña en brazos. A partir de ese momento, se empezó a pensar que igual en las pelis de acción los actores podían hacer algo más que correr y disparar. Y ahí está "Arma letal" para acabar de confirmarlo.
Momentos
Como cualquier peli de Cameron que se precie, Aliens está llena de momentos brillantes, que van del flipe momentáneo al orgasmo directo. Desde luego que éstos abundan a partir de la hora y media de peli, pero no están sólo ahí. De hecho, la primera escena de la peli, una parsimoniosa inspección a la lanzadera de rescate en que se halla Ripley hibernando, ya es una declaración de principios estéticos (azul y negro, los colores favoritos del tito Jim) y tonales (tensión de atmósfera y detallismo hasta la náusea). A partir de ahí, sólo va para arriba. Veamos algun hit-piece suelto:
Ripley pare un Alien. Es sólo una pesadilla, pero aquello estábamos deseando ver desde que acabara la primera peli acontece a los 10 minutos: Ripley se convulsiona, el gato bufa, y ya tenemos un bichardo saliendo del vientre de la Weaver cual mariposa de su capullo. Glorioso.
El despertar del guerrero. Cuando llegan a su destino, los marines del grupo de rescate despiertan del sueño criogénico y se comportan cada uno como es. Ecos de la primera escena de comida de Alien pululan en este breve, contundente retrato de personajes con un diálogo para la posteridad:
Hudson: Eh, Vásquez, ¿alguna vez te han confundido con un hombre? (Vásquez es una
mexicana con más espalda que David Meca)
Vásquez: No, ¿y a tí?
El primer ataque. Tras adentrarse en unas instalaciones semidestruídas y con una secreción rodeándolo todo que da un mal rollo del cagarse, y sin poder disparar por la proximidad de un instrumental inestable, los marines se enfrentan al ataque de decenas de bichardos salidos de la nada. Ripley es quien tiene que conducir el tanque que los rescate. Al subir a él, uno de los bichos intenta entrar y Hicks le dispara en la boca. El cabezón del bicho revienta y esparce su ácido por todo el habitáculo, deshaciendo uno de los chalecos protectores. 10 minutos. Un tiro.
La Aparición Estelar de Spunkmayer. Sí amigos, mi nick viene de algún lado. Este personaje aparece en una única escena: se pringa con la baba de un alien. Aparte de tamaña aportación al celuloide, esta escena sirve para que la lanzadera que tiene que evacuar a los marines se vaya a hacer puñetas en una preciosa explosión Cameroniana (cachitos por todas partes) y ponga a nuestros amigos en serios apuros (por suerte para el espectador).
Han cortado la energía. Hacinados en un laboratorio, los supervivientes reciben señales de movimiento de Aliens por todas partes. De pronto se va la luz, y todo se tiñe de rojo. A partir de ese momento empieza el tercer acto más intenso de la historia del cine.
El secuestro de Newt. Una niña que corre por ahí se encuentra sola en una especie de tanque de desperdicios, sumergida en agua hasta la cintura. El plano del Alien surgiendo de su espalda es difícilmente borrable de la retina de cualquiera de nosotros. Es historia, joder.
A Ripley se le hinchan los ovarios. Ripley rescata a Newt de ser infectada por un facehugger. Y se encuentran con la reina. Narración muda de primera en una escena rodada por Stan Winston, que por supuesto de salió del sotry-board para regalarnos una panorámica onanística de su criaturica, nunca suficientemente alabada: junto al T-1000, es posiblemente el mejor antagonista que ha sido machacado en una peli.
Vásquez y Gorman se reconcilian. La soldado raso Vásquez, chicana marimacho con más pelotas que Sarah Connor, que ya son pelotas, no traga al estirado y académico mayor Gorman. Pero ambos tendrán ocasión de hacer las paces en un pasillo atestado de bichardos acechantes, gracias a una inmovilidad temporal de Vásquez y una granada de mano muy sobada. Si en esta escena no aprietas los puños es que no tienes entrañas.
Bishop reloaded. Justo cuando Ripley se reconcilia con el género androide gracias a la proeza de éste, aparece una cola asesina inoportuna y ensarta a nuesttro amigo, lo levante tres metros en el aire y lo parte en dos. Literalmente. Cameron aprovechó que no el personaje no era humano para darle la muerte explícita más salvaje de toda su filmografía, y nosotros vimos que esta Reina, más que una depredadora enfadada, era una Hija De Puta muuuu peligrosa.
Duelo de Madres. A Ripley el cuerpo le pide ya cuerpo a cuerpo. Se enfunda una especie de toro de carga futurista y se marca la mejor pelea femenina de la historia del cine, precedida de la inconmensurable frase "Aléjate de ella, puerca", jaleada por hordas de fans. Transformers mola, pero ésto no tiene parangón. De hecho, ahi va, de regalo:
Me quedan algunos en el tintero, pero este post ya es indecentemente largo.
Por qué es mítica
Si después de la declaración de amor anterior aún dudas de por qué esta peli merece ser una peli mítica, basta con hacer un resumen del argumento:
Unos marines espaciales (20 puntos) viajan en misión de rescate a una colonia espacial, llevándose de asesora a una superviviente de la Nostromo (Ripley, 50 puntos). Allí son recibidos por un enjambre de alienígenas con dos mandíbulas (20 puntos) y ácido en vez de sangre (20 puntos) que les destrozan sin piedad mientras intentan escapar, antes de que la instalación estalle y se lleve el planeta por delante. También encuentran una niña (-10 puntos) que resulta ser más resolutiva que su propio sargento (+20 puntos) y que se convertirá en la razón de Ripley para rescatarla de la Reina Alien (100 puntos) a la que después le dará una tunda y le mandará a tomar viento al espacio (150 puntos).
Y por supuesto: escrita y dirigida por James Cameron (300 puntos)
Así pues, Cameron aportó a la secuela algo más que una nueva narración a partir de elementos ya conocidos. Lo que hizo fue ahondar en el entorno del personaje de Ripley. Creó La Compañía mencionada en la primera película y la bautizó como Weyland-Yasuni, atribuyéndole la misión de construir colonias en planetas remotos, entre ellos, LV-422, osea, AlienLandia. Tambien le dio a Ripley una historia más allá de su rango de Teniente: un trabajo, una personalidad y una hija perdida. Y por último, se lo pasó pipa con El Concepto, a saber: Marines Espaciales.
Repito: Marines Espaciales. Si aguien ha tenido otra idea tan genial en los 80, que levante la mano. Vale, el Depredador Transparente está a la altura. Pero ya.
Aliens es básicamente una peli de guerra en en el espacio. La historia arranca 72 años después de que la Nostromo recogiera al visitante, cuando la colonia que la Weyland ha instalado en el mismo planeta deja de dar señales de vida. Ripley, rescatada milagrosamente de la cápsula de salvamento y tomada por demente al explicar la historia, es enrolada como asesora en la misión de rescate organizada para ver qué ha pasado en la colonia. Una vez allí, y tras encontrarse el lugar devastado y con una única superviviente, los bichos, que campan a sus anchas, les obligan a aislarse en un módulo de vivienda, a la espera de que Bishop, el androide de la misión, vaya a buscar una lanzadera a la nave nodriza. Lo único que tienen que hacer es resistir, y salir de allí antes de que uno de los generadores de atmósfera escacharado haga volar por los aires toda la instalación. Evidentemente la resistencia se ve truncada por el hambre voraz de los bastardos alienígenas, obsesionados con destrozar a todo humano que se les ponga por delante.
Una vez el Cameron-guionista se cascó todo éso, sólo hacía falta que el Cameron-director dictador se encargara del resto. Y el tipo se peleó con medio equipo y despidió al director de fotografía y al actor principal nada más llegar, pero también hizo una peli que se llevó el Oscar a los efectos especiales costando 18 millones de dólares, en 1986. El Arca Perdida costó 20, en el 80, y Spielberg es de los que economiza. Ojo al dato.
Son varias, y todas acertadas, las ideas nuevas que el tito Jim mete en la peli. Vamos a verlas con detalle:
1.- AlienS. Pues sí amigos, el plural del título no es casual. Si en la peli de Scott, un sólo bichardo se cargaba a la tripulación entera de una nave que desconocía, en esta ocasión James Cameron multiplica la población hostil por 500. Hordas de bichejos negros pueblan la pantalla y atacan como un enjambre de abejorros gigantes. La regla de "si no es mejor, que sea más grande" se cumple orgullosamente en esta secuela ejemplar. Manos mal que en lugar de estibadores galácticos contaban con:
2.- Marines Espaciales. Me repito pero es que el concepto mola. Junto a Ripley viaja un pequeño destacamento de soldados de asalto hiperequipados, acorazados, malhablados y brutos como ellos solos. Sus apellidos son ya parte de la memoria colectiva de los frikis como yo. Sus armas, desde el eficaz rifle con contador de balas restantes, hasta las impresionante M-60 con arnés de steadycam que calzan Vásquez y Drake, han alimentado guerras ficticias en patios de colegios de todo el mundo. Son la leche. Los Recios de Rico son maricas con boina comparados con ellos. Sólo son comparables al equipo A y la panda de malotes que acompañaba a Chuache en otra Peli Mítica: Predator.
3.- Bishop, o la redención de Ash. El androide de la primera, interpretado por Ian Holm, era un señor mu raro que empezaba inspirando confinza y acababa descabezado por un extintor. Bishop, inmortalizado por Lance Henriksen, empezaba dando un mal rollo de la leche (con lo del cuchillico y esas maneras tan, tan correctas) y acababa siendo un personaje casi gracioso, antes, claro está, de ser literalmente partido en dos por...
4.- La Reina Alien. En su afán de expandir el mundo de Alien, Cameron creó lo que posiblemente es la aportación más acojonante a las pesadillas masculinas relacionadas con el miedo al misterio de la maternidad. Los Aliens, según establece Cameron a partir de entonces, son paridos en forma de huevos, de los que sale el cabrón con patas que se engancha al infeliz que le haga de huésped. ¿Pero quién pone los huevos? Pues una especie de araña gigantesca, con dientes transparentes y cornamenta ósea, con el vientre removible y un sentimiento maternal más bien tirando a violento. La batalla final entre madres, osea Ripley a bordo de un tractor humanoide y este engendro fascinante, es simplemente antológica.
5.- "Esto es una peli de bichos, pero también hay actores". Sigourney Weaber fue nominada al Oscar por su creación en esta peli. El nivel de carga emocional que Cameron regala al personaje es tal, que consigue destacar por encima de todo lo anterior, en una peli cuya protagonista aparecía en el cartel con un lanzallamas y una niña en brazos. A partir de ese momento, se empezó a pensar que igual en las pelis de acción los actores podían hacer algo más que correr y disparar. Y ahí está "Arma letal" para acabar de confirmarlo.
Momentos
Como cualquier peli de Cameron que se precie, Aliens está llena de momentos brillantes, que van del flipe momentáneo al orgasmo directo. Desde luego que éstos abundan a partir de la hora y media de peli, pero no están sólo ahí. De hecho, la primera escena de la peli, una parsimoniosa inspección a la lanzadera de rescate en que se halla Ripley hibernando, ya es una declaración de principios estéticos (azul y negro, los colores favoritos del tito Jim) y tonales (tensión de atmósfera y detallismo hasta la náusea). A partir de ahí, sólo va para arriba. Veamos algun hit-piece suelto:
Ripley pare un Alien. Es sólo una pesadilla, pero aquello estábamos deseando ver desde que acabara la primera peli acontece a los 10 minutos: Ripley se convulsiona, el gato bufa, y ya tenemos un bichardo saliendo del vientre de la Weaver cual mariposa de su capullo. Glorioso.
El despertar del guerrero. Cuando llegan a su destino, los marines del grupo de rescate despiertan del sueño criogénico y se comportan cada uno como es. Ecos de la primera escena de comida de Alien pululan en este breve, contundente retrato de personajes con un diálogo para la posteridad:
Hudson: Eh, Vásquez, ¿alguna vez te han confundido con un hombre? (Vásquez es una
mexicana con más espalda que David Meca)
Vásquez: No, ¿y a tí?
El primer ataque. Tras adentrarse en unas instalaciones semidestruídas y con una secreción rodeándolo todo que da un mal rollo del cagarse, y sin poder disparar por la proximidad de un instrumental inestable, los marines se enfrentan al ataque de decenas de bichardos salidos de la nada. Ripley es quien tiene que conducir el tanque que los rescate. Al subir a él, uno de los bichos intenta entrar y Hicks le dispara en la boca. El cabezón del bicho revienta y esparce su ácido por todo el habitáculo, deshaciendo uno de los chalecos protectores. 10 minutos. Un tiro.
La Aparición Estelar de Spunkmayer. Sí amigos, mi nick viene de algún lado. Este personaje aparece en una única escena: se pringa con la baba de un alien. Aparte de tamaña aportación al celuloide, esta escena sirve para que la lanzadera que tiene que evacuar a los marines se vaya a hacer puñetas en una preciosa explosión Cameroniana (cachitos por todas partes) y ponga a nuestros amigos en serios apuros (por suerte para el espectador).
Han cortado la energía. Hacinados en un laboratorio, los supervivientes reciben señales de movimiento de Aliens por todas partes. De pronto se va la luz, y todo se tiñe de rojo. A partir de ese momento empieza el tercer acto más intenso de la historia del cine.
El secuestro de Newt. Una niña que corre por ahí se encuentra sola en una especie de tanque de desperdicios, sumergida en agua hasta la cintura. El plano del Alien surgiendo de su espalda es difícilmente borrable de la retina de cualquiera de nosotros. Es historia, joder.
A Ripley se le hinchan los ovarios. Ripley rescata a Newt de ser infectada por un facehugger. Y se encuentran con la reina. Narración muda de primera en una escena rodada por Stan Winston, que por supuesto de salió del sotry-board para regalarnos una panorámica onanística de su criaturica, nunca suficientemente alabada: junto al T-1000, es posiblemente el mejor antagonista que ha sido machacado en una peli.
Vásquez y Gorman se reconcilian. La soldado raso Vásquez, chicana marimacho con más pelotas que Sarah Connor, que ya son pelotas, no traga al estirado y académico mayor Gorman. Pero ambos tendrán ocasión de hacer las paces en un pasillo atestado de bichardos acechantes, gracias a una inmovilidad temporal de Vásquez y una granada de mano muy sobada. Si en esta escena no aprietas los puños es que no tienes entrañas.
Bishop reloaded. Justo cuando Ripley se reconcilia con el género androide gracias a la proeza de éste, aparece una cola asesina inoportuna y ensarta a nuesttro amigo, lo levante tres metros en el aire y lo parte en dos. Literalmente. Cameron aprovechó que no el personaje no era humano para darle la muerte explícita más salvaje de toda su filmografía, y nosotros vimos que esta Reina, más que una depredadora enfadada, era una Hija De Puta muuuu peligrosa.
Duelo de Madres. A Ripley el cuerpo le pide ya cuerpo a cuerpo. Se enfunda una especie de toro de carga futurista y se marca la mejor pelea femenina de la historia del cine, precedida de la inconmensurable frase "Aléjate de ella, puerca", jaleada por hordas de fans. Transformers mola, pero ésto no tiene parangón. De hecho, ahi va, de regalo:
Me quedan algunos en el tintero, pero este post ya es indecentemente largo.
Por qué es mítica
Si después de la declaración de amor anterior aún dudas de por qué esta peli merece ser una peli mítica, basta con hacer un resumen del argumento:
Unos marines espaciales (20 puntos) viajan en misión de rescate a una colonia espacial, llevándose de asesora a una superviviente de la Nostromo (Ripley, 50 puntos). Allí son recibidos por un enjambre de alienígenas con dos mandíbulas (20 puntos) y ácido en vez de sangre (20 puntos) que les destrozan sin piedad mientras intentan escapar, antes de que la instalación estalle y se lleve el planeta por delante. También encuentran una niña (-10 puntos) que resulta ser más resolutiva que su propio sargento (+20 puntos) y que se convertirá en la razón de Ripley para rescatarla de la Reina Alien (100 puntos) a la que después le dará una tunda y le mandará a tomar viento al espacio (150 puntos).
Y por supuesto: escrita y dirigida por James Cameron (300 puntos)
7.3.08
Asco
Como si no fuera bastante hastío el que provoca una legislatura de pelea de perros constante, ni bastante agotamiento el que provoca una campaña que, aprendida la lección de l 11-M, ha sido tan mediática como un estreno de Hollywood, tienen que venir los infrahumanos de siempre a acabar de joder el día. Ya sólo queda el asco.
Ante atentados terroristas he sentido rabia, pena, dolor, desconcierto e incomprensión. El de hoy no es una excepción. Pero hoy, además, siento asco.
Me da asco un pobre subnormal cuya única acción relevante en la vida va a ser apretar un gatillo. No me da pena porque si puede caminar y levantar un arma al mismo tiempo algo de raciocinio debe tener, osea que un animal no es; y éso es peor.
Me dan asco los que usan recovecos del lenguaje y oscuras cuevas jurídicas para librarse de condenar un acto repugnante porque tienen detrás la mimsa pistola que ha matado a Isaías. Ésto va por la alcaldesa de Mondragón y por todos sus seguidores subnormales: dais asco. No pena, porque si fuérias pobres subdesarrollados criados en el monte bajo un yugo opresor tendríais un motivo para darla, pero tú, infame alcaldesa, en tu sillón de plenos, presidiendo un acto mancillado por tu sola presencia, no puedes provocar pena sino únicamente el deseo de que toda la vergüenza que deberías sentir se vuelva dolor de estómago y te haga reventar de llanto.
Espero que todos los autores de este acto tristemente humano mueran de dolor y de vergüenza en la más absoluta de las miserias y la soledad más triste, de hambre, de indescriptible sufrimiento físico y moral, y que cuando pidan clemencia a quien sea que la pidan, les enseñen una Ikurriña, de lejos, para recordarles que todo lo que sienten no les permite acceder a ella. Y que les pegue alguien más fuerte que ellos. Y que cuando pregunten por qué tienen que sufrir tanto, sólo reciban el silencio de la alcaldesa de Mondragón.
Perdonad mi violencia verbal pero creo que necesito soltarla aquí para no lanzarme a partirle la boca al primer imbécil que, ni que sea por hacerse notar, encuentre una mínima justificación en meterle tres tiros a un señor delante de su hija sólo por pensar diferente que los que llevan pistola.
Espero que mañana la gente vaya a votar, a quien sea, para demostrar que estas palabras que me salen de la boca sólo son producto de la rabia y no el modo en que queremos relacionarnos.
Ante atentados terroristas he sentido rabia, pena, dolor, desconcierto e incomprensión. El de hoy no es una excepción. Pero hoy, además, siento asco.
Me da asco un pobre subnormal cuya única acción relevante en la vida va a ser apretar un gatillo. No me da pena porque si puede caminar y levantar un arma al mismo tiempo algo de raciocinio debe tener, osea que un animal no es; y éso es peor.
Me dan asco los que usan recovecos del lenguaje y oscuras cuevas jurídicas para librarse de condenar un acto repugnante porque tienen detrás la mimsa pistola que ha matado a Isaías. Ésto va por la alcaldesa de Mondragón y por todos sus seguidores subnormales: dais asco. No pena, porque si fuérias pobres subdesarrollados criados en el monte bajo un yugo opresor tendríais un motivo para darla, pero tú, infame alcaldesa, en tu sillón de plenos, presidiendo un acto mancillado por tu sola presencia, no puedes provocar pena sino únicamente el deseo de que toda la vergüenza que deberías sentir se vuelva dolor de estómago y te haga reventar de llanto.
Espero que todos los autores de este acto tristemente humano mueran de dolor y de vergüenza en la más absoluta de las miserias y la soledad más triste, de hambre, de indescriptible sufrimiento físico y moral, y que cuando pidan clemencia a quien sea que la pidan, les enseñen una Ikurriña, de lejos, para recordarles que todo lo que sienten no les permite acceder a ella. Y que les pegue alguien más fuerte que ellos. Y que cuando pregunten por qué tienen que sufrir tanto, sólo reciban el silencio de la alcaldesa de Mondragón.
Perdonad mi violencia verbal pero creo que necesito soltarla aquí para no lanzarme a partirle la boca al primer imbécil que, ni que sea por hacerse notar, encuentre una mínima justificación en meterle tres tiros a un señor delante de su hija sólo por pensar diferente que los que llevan pistola.
Espero que mañana la gente vaya a votar, a quien sea, para demostrar que estas palabras que me salen de la boca sólo son producto de la rabia y no el modo en que queremos relacionarnos.
5.3.08
Pasito A Pasito
Con todo este rollo de la arathon y el espíritu deportivo/sano/haz algo en serio de una puta vez que me invade últimamente, he decicido correr.
Llevo apuntado al gimnasio dos meses, pero pagar la cuota no modela mis abdominales, osea que no contaba. Hoy me he levantado como un campeón a las 6:30 y a las 7 estaba en la cinta. Un poco de culo pero con toda la intención del mundo. A ver lo que duro, que dicen que engancha, pero yo aún no he conseguido hacerme adicto...
2.3.08
Impunidad
Me gusta discutir. Lo siento, es mi carácter.
Y acepto las reglas que implican las discusiones porque me gusta discutir, qué hostias. Acepto las salidas de tono moderadas, las palabras fuertes, los exabruptos; es parte del juego. No te puedes subir a un ring sin esperar un par de abrazos a traición y un par de hostias después de la campana.
Lo que no tolero son los golpes bajos. Me dejan KO. Si en medio de una discusión concreta, sobre una cuestión puntual, alguien saca algo pasado, o simplemente inexistente, me doblo, busco la lona y doy dos palmadas. Mister, la toalla, que nos vamos p'a casa que me han dao en los güevos.
El viernes discutí. Tensiones que estallan por una situación explosiva. Acepto la dureza de las palabras, el sacar los galones al quedarse sin argumentos, las malas interpretaciones si aceptan explicaciones. Pero me llamaron mentiroso. Y al preguntar en qué había mentido, me respondieron "ahora mismo no me acuerdo". Y se acabó la discusión.
Impunidad es cuando alguien se permite el lujo de insultarte y no darte razones, ni ejemplos, ni pruebas. Eres un mentiroso porque lo digo yo y punto.
Pues me declaro impune. No soy un mentiroso. Me niego a aceptarlo. La discusión no ha acabado, pero no quiero seguir formando parte de un combate amañado. No tiro la toalla: escupo sobre tu cinturón de falso campeón y me voy p'a casa como Rocky: perdiendo pero más digno.
Y acepto las reglas que implican las discusiones porque me gusta discutir, qué hostias. Acepto las salidas de tono moderadas, las palabras fuertes, los exabruptos; es parte del juego. No te puedes subir a un ring sin esperar un par de abrazos a traición y un par de hostias después de la campana.
Lo que no tolero son los golpes bajos. Me dejan KO. Si en medio de una discusión concreta, sobre una cuestión puntual, alguien saca algo pasado, o simplemente inexistente, me doblo, busco la lona y doy dos palmadas. Mister, la toalla, que nos vamos p'a casa que me han dao en los güevos.
El viernes discutí. Tensiones que estallan por una situación explosiva. Acepto la dureza de las palabras, el sacar los galones al quedarse sin argumentos, las malas interpretaciones si aceptan explicaciones. Pero me llamaron mentiroso. Y al preguntar en qué había mentido, me respondieron "ahora mismo no me acuerdo". Y se acabó la discusión.
Impunidad es cuando alguien se permite el lujo de insultarte y no darte razones, ni ejemplos, ni pruebas. Eres un mentiroso porque lo digo yo y punto.
Pues me declaro impune. No soy un mentiroso. Me niego a aceptarlo. La discusión no ha acabado, pero no quiero seguir formando parte de un combate amañado. No tiro la toalla: escupo sobre tu cinturón de falso campeón y me voy p'a casa como Rocky: perdiendo pero más digno.
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