26.11.09

Tres. Cero.


Hoy abandono definitivamente la veintena, y ya me han felicitado un par de personas por el Facebook, otro par por teléfono, y puedo decir que, aparte del jodío paro, no tengo motivo alguno para declararme en crisis: acabé mis carreras, abandoné un empleo que no me llevaba a ninguna parte y creo que es cuestión de tiempo que pueda empezar a ganarme la vida con lo que siempre me ha gustado de verdad.

Sin embargo, todo éso no es nada si pienso en el regalo que tuve cuando tenía 23 años. Lo digo bien: no fue por mi 23 cumpleaños, sino 5 meses después de cumplirlos. Desde hace 6 años y medio, me despierto cada mañana junto a ese regalo, y aún no ha dejado de sorprenderme. No se gasta; no pierde poco a poco el interés, no pasa de moda, y cada vez que lo veo, más bonito me parece.

Siempre he pensado que las crisis de la edad son un poco una chorrada, pero quizá es porque no puedo declararme nunca en crisis mientras tenga a mi lado a quien tengo, porque es como para pensar que tanta suerte junta no da derecho a queja.

Y ya está. Gracias a todos los que se acuerdan de mí, y felicidades a mí mismo por el regalo que me hice del primer día de Febrero de 2003.

16.11.09

SubtituNormalidad

Dios mío. Pensé que después de lo de La Carne Rota, y después de entrar en razón y decidir trabajar en mac, estas cosas ya no me pasarían.

Me encargaron unos subtítulos, urgentes, en formato .stl (DVD Maestro). Como yo siempre he subtitulado directamente en Encore, lo hice desde ahí, pensando ingenuamente que el asunto del formato sería fácilmente subsanable una vez obtenido un .txt exportado desde Encore.

Como siempre me pasa con los formatos de exportación (recordemos mi infierno particular con el OMF), me equivoqué, y me dí cuenta cuando el grueso del trabajo, osea la sincronización de los subtñitulos con el TC de la imagen, ya estaba hecha.

Resulta que el tal .stl es un formato que sólo son capaces de crear ciertos programas de subtítulos, bastante específicos. Trabajando en Mac, llegué a la conclusión de que el mejor era Jubler, una aplicación Java de subtitulación directa, con capacidad de importación de .txt. Peeero esa capacidad de importación no es, digamos, muy flexible.

NOTA PARA SUBTITULADORES (si los hay, ahí fuera): atentos, niños. Coco os va a enseñar cómo debe ser un .txt de subtítulos para que jubler lo coja sin haceros arder las pupilas de rabia al ver cómo se inventa los tiempos de in y out y mete los tuyos, los que tan cariñosamente te has currado, embebidos en el texto:

Jubler entiende un txt de subtítulos SÓLO si están codificados asíN:

TimeCode In(TAB),TimeCode Out(TAB),(TAB)Texto|segunda línea de texto (si la hay)

Sería algo así como:

00:00:00:00 , 00:00:00:00 , Texto primera línea|texto segunda línea

Fácil, ¿no? Bueno pues hasta llegar a esta conclusión hicieron falta como 3 horas de pruebas, pasar por Excel, y tirarse de los pelos porque, ADEMÁS, Jubler codifica los tiempos en milisegundos, mientras que de toda la vida de Dios en vídeo se ha usado el Time Code en frames. La sorpresa es que tú le cargas los TC en frames y él solito los coloca en su milisegundo correspondiente, en base al FrameRate que le hayas dicho que tiene tu vídeo fuente. Ésto es cojonudo, pero como el programa no te lo dice, tú cargas tus subtítulos y lo que ves es que el jodío pajarraco te los ha cambiado de tiempo (deducir que únicamente te los ha cambiado de unidad es fácil, ya, pero desconfío tanto de los softwares, que yo me pensaba que Dios me estaba castigando por ser un ateo convencido).

Conclusión: hacer los subtítulos directamente en Jubler, y te olvidas de esos problemas. El tema es que yo, que no es que me pase diez horas al día subtitulando pero algunos ratos sí que le he echado, no he encontrado una forma más fácil e intuitiva de crear los subtítulos que en Encore. Así que, si es el caso, recomiendo FERVIENTEMENTE hacerse un documento guía para saber el formato correcto del .txt, y la cosa se quedará en diez minutillos de maquetación (después del currazo de cuadrarlos, claro está). Es más voy a postearlo en el foro de jubler, a ver si así contribuyo de alguna manera, que ya está bien.

12.11.09

10 Años De Lucha

Hace 10 años, una película se plantaba en el mundo para darle una patada en el culo al siglo XX. Fue una apuesta arriesgada, incomprensiblemente financiada por una major (La Fox) que ahora es sinónimo de mierda seca constante, y casi a punto de ser guardada en una lata después del primer visionado. Por suerte, alguien tuvo los huevos necesarios para enseñarla, lo cual no tiene nada de despreciable habida cuenta que es una cinta de 60 millones de dólares cuyo plano final es un insolente plano detalle de una polla enorme.

No, no era Matrix, obviamente. la peli que dio paso al siglo XXI fue El Club De La Lucha.



Después de cascarse la única peli de psicópatas que le llega a la suela del zapato a "El Silencio de los corderos" con "Seven", David Fincher se hizo la picha un lío con "The Game", un guión de Brancato y Ferris (Terminator 3... ¿estos tíos aún no están en la cárcel?) en el que Michael Douglas (perfecto, elegante, ambiguo... en su línea) parecía estar en una historia ultramisteriosa, pero cuyo único enigma era cómo de gilipollas pensaban que éramos los espectadores. El mejor director de publicidad que ha existido jamás necesitaba un proyecto en el que poner corazón, no un thriller al uso en el que dar rienda suelta sin sentido a su incomparable sentido visual.

Y leyó a Chuck Palahniuk. Muy bien tampoco está, el tal Fincher. Dice que leyendo la novela se asustó porque pensaba que le estaban sorbiendo los pensamientos, y decidió hacer la peli; costara lo que costase.

Fueron 60 millones. Para hacernos una idea, vale decir que por aquella época Lucas estaba planeando hacer el Episodio I, que finalmente costó unos 65. Vamos, que para ser una peli en la que vemos cómo a un tipo le queman la mano con lejía no era un mal presupuesto. ¿Dónde se fue la pasta? Viendo la peli, está bastante claro: en hacer historia. Nunca antes nadie había hecho nada parecido. Se suele saludar a Matrix como la polla en vinagre de los fx de fin de siglo, pero John Gaeta se echa a llorar cada vez que ve los créditos de Fight Club, porque son, simplemente, una patada en los huevos a todo el bullet time del mundo:





David Fincher es un director de cine a la manera que lo son Ridley Scott, Steven Spielberg, Stanley Kubrick o James Cameron: cineastas totales, la fuerza de cuyas obras radica en que son películas, y no pueden disociarse en un buen guión, con buenos actores, o con una buena música. Son gente que entiende el cine no como la forma de narrar en imágenes lo que ya está en un guión, sino como la forma final de algo que no existe antes. Por éso Alien, leída como relato, es pura serie B, o Terminator sólo hay una (bueno, dos), o Seven no sería lo que es si Fincher no la hubiera dirigido. Lo mismo pasa con el Club de la Lucha. Pocas veces se ha visto un compromiso de un director tan obsesionado con encontrar la forma justa de explicar algo más allá de la dramatización en imágenes. Y para éso necesitaba un arsenal visual que, aunque a algunos les parezca "otra mierda videoclipera" (normalmente, a los que no ven videoclips), es inherente al cine.

Para retratar la extraña historia del Narrador, asistimos a un despliegue de efectos que suele dejarse para la ciencia ficción o la fantasía: cartelería en pantalla, relentizados, imágenes subliminales, capas de sonido (en lo que Fincher es un MAESTRO, ver Zodiac para más señas), y más y más cosas que condenan a la cinta a una posible jubilación anticipada que, 10 años después, aún no le ha llegado. Los Osos de la coca-cola de La Brújula Dorada ya están viejos, pero ésto, no:



Es un jodío tracker de la cara de Brad Pitt. Pero aún funciona.

Hace 10 años, Tyler Durden nos dijo que lo que poseemos acabará por poseernos. Escuchadas hoy, esas palabras no hacen sino confirmar que El Club de La Lucha, pese a lo exagerado de su desarrollo, se quedó corta en algunos aspectos.

Si algún día me lo permiten, la pondré en un cine fórum, en el que haya mucho café y mucho tiempo para discutir.