Sin embargo, todo éso no es nada si pienso en el regalo que tuve cuando tenía 23 años. Lo digo bien: no fue por mi 23 cumpleaños, sino 5 meses después de cumplirlos. Desde hace 6 años y medio, me despierto cada mañana junto a ese regalo, y aún no ha dejado de sorprenderme. No se gasta; no pierde poco a poco el interés, no pasa de moda, y cada vez que lo veo, más bonito me parece.
Siempre he pensado que las crisis de la edad son un poco una chorrada, pero quizá es porque no puedo declararme nunca en crisis mientras tenga a mi lado a quien tengo, porque es como para pensar que tanta suerte junta no da derecho a queja.
Y ya está. Gracias a todos los que se acuerdan de mí, y felicidades a mí mismo por el regalo que me hice del primer día de Febrero de 2003.
jooooodeeeeeeeeeer qué bonito!
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