Desde principios de año, trabajo ocasionalmente como sustituto de maestro de Primaria. En estos escasos meses he pasado por 6 escuelas, y tengo intención de empezar a colocar aquí algunas de mis impresiones. A ver si de una vez consigo tener una regularidad con el tema de los posts.
Las escuelas son, en general, más parecidas a lo que recuerdo de cuando era chaval que lo que me enseñaron (¿?) en la facultad. Se sigue echando a críos de clase, se les agarra con cuidado pero con firmeza del brazo para que no se maten entre ellos, y cuando hay que alzar la voz, se alza, sin martirizarse por creer que estás creando futuros deprimidos psicópatas ni nada. Sin embargo, los chavales son muuuucho más largos que antes, y saben que no podemos pasar de ahí. Algunos aceptan que al profe se le suele tener que hacer caso, pero otros sólo hacen caso a sus padres, y en una sola cosa: "a tí, sólo te mando yo (ja!), y pobre del maestro que te diga algo que no te guste, que se va a enterar"; éso se lo aprenden en cero coma, tú.
Hay escuelas que sufren grupos chungos, sobre todo por su situación geográfica, y otras a las que directamente los crean. Porque no es normal que un cole del Raval pueda organizar un taller de cocina, en primero, sin víctimas, y otra en Poble Sec tenga todo el ciclo medio y superior que parezcan permanentemente un concierto de los Sex Pistols. Cuando oyes tratarse a los maestros entre ellos, y cómo tratan a los sustitutos, entiendes muchas cosas.
A quien se le ocurrió que, en vez de su propio estuche, los chavales compartan una bandeja de plástico llena de lápices y colores en las que siempre faltan gomas y las maquinetas tienen vida propia, habría que dejarlo sordo a bandejazos contra el suelo. NO se aprende a compartir ni a responsabilizarse del material cuando, si algo se pierde-se rompe-se roba, va el maestro y lo repone sin incidencias. También es imposible que una clase escuche y atienda cuando sus alumnos están sentados, por disposición normal, de cuatro en cuatro, y la mitad directamente te dan la espalda, te pongas donde te pongas. Por antiguo y "franquista" que suene, de dos en dos y todos mirando p'alante es mejor para sus vistas y para sus espaldas, y para nuestras gargantas.
Los libros de inglés necesitan de una revisión urgente. Que la lengua tenga que ser sencilla no implica que a los chavales de 11 años de 5º se les enseñe el pasado con historietas sobre dónde estaban ayer sus juguetes. La metacognición (ser consciente de lo que se está aprendiendo) ha desaparecido del currículum; los alumnos perciben la materia como un montón de ejercicios que tienen que rellenar, sin saber para qué sirve (sobre ésto, preparo un post monográfico, porque hice un experimento).
Ya acabo. Creo que algunos maestros usan su oficio como autoafirmación personal, montando saraos muy complejos para que los críos tengan cosas muy espectaculares que enseñar y sobre todo no se den cuenta de que están aprendiendo, que entonces se aburren. Hace un par de semanas, un crío de primero se pilló un montón de folios en blanco y le dije: "¿por qué no coges los folios de unos en uno? ¿tanto vas a dibujar?", y él me respondió: "no, voy a escribir un libro, y tengo que probar por si no me sale bien la primera vez". Creo que éso dice más de su aprendizaje que un dibujo (más) de Sant Jordi, el dragón y la princesa.
Continuará. Otro día hablo de los peques.
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