Una de las peores que te puede pasar es esperar algo con ahínco, hacerte ilusiones y montarte una película sobre ellas, y que después todo quede en agua de borrajas.
Por suerte estoy rodeado de gente que no me da coba y me pone los pies en el suelo.
De momento el sótano será mi destino unos meses más, pero empieza una etapa de transición sumamente vertiginosa de la que, si salgo vivo, saldrá un nuevo Spunk: el Spunk que viva de su vocación.
No voy a cumplir mi promesa de cambiar de curro antes de final de año, pero como rectificar es de sabios, reconduzcamos ésto: antes de los 30, va.
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