23.6.08

Coño, ¿Y si Podemos?

Siempre digo que no me gusta el fútbol, pero lo que de verdad no me gusta es el politiqueo, el fanatismo y el papanatismo que lo envuelve. Porque hay que reconocer que cuando 22 tíos se matan por un balón, no sé quién cojones lo pensó primero, pero acertó en adivinar que la cosa iba a molar.

Lo de anoche no tuvo precio. Lo que más echo de menos del rollo del cine es la explosión, la visceralidad, el saltar de alegría cuando Casillas paró el penalti. No me imagino abrazándome a mi novia y llamando emocionado a mis padres porque Scorsese gane un Oscar, la verdad.

Confieso que me hastiaba la idea de una Eurocopa televisiva full-time en Cuatro. Y la verdad es que un Alemania-Turquía, por muy semifinal que sea, me la trae al pairo. Pero, y quizá sea por el estúpido nacionalismo primitivo que todos llevamos dentro, me enrrolla la roja. Me mola el chorro de peña chillando "a por ellos", y Luis dejándose la garganta, y Manu Carreño a punto de llorar de emoción.

Y me pregunto si, como yo, escépticos de esto del balompié se están enganchando cuando ven que, más allá de las gilipolleces que se dicen todos los días sobre el futbol, valdrá la pena ver las luchas de esos 22 tíos cada cierto tiempo.

Y si, después de tantos años de sequía y decepciones, Cuatro tiene razón y Podemos, encima nos llevaremos alguna alegría. Pues a por ellos.

17.6.08

Dios ha Muerto

Vale, me he pasado.

Pero es que hoy he sabido que el cáncer fialmente ha vencido a uno de los grandes genios del cine que nunca hizo una peli: Stan Winston.

Este señor al que casi nadie que yo conozca le suena siquiera el nombre, fue el responsable de los FX de pelis míticas, algunas de las cuales forman parte de la saga "Pelis ue Molan" que de vez en cuando aparece por este blog. Su trabajo empezó siendo artesanal y baratucho, hasta que la gente con la que etrabajaba se fue haciendo importante y seguían llamándole porque era, simpemente, el mejor, toda vez que Harryhausen se retiró hace años.

Para hacernos una idea: Terminator, Depredador, la Reina Alien, los dinos de Spielberg, los mecas de I.A., los Gremlins, y una larga lista de bichos, monstruos y maquinicas que nos han ayudado un poco más a creernos lo que veíamos, son obra suya. Desde la cabeza de Tirannosaurius que volteaba el Explorer de los críos, hasta la impresionante armadura de Iron Man, todo salió de su cabeza. Nunca renunció a las nuevas tecnologías para mejorar sus resultados (su trabajo en este sentido para Cameron y Spielberg en los primeros 90 es CAPITAL), ni olvidó que a veces un cacho de gomaespuma y algo de pintura también valen para que la gente flipe.

Con él nos deja uno de los estandartes de una manera de ver el cine que aún practicamos algunos casitreintañeros: el cine orgánico y plagado de "sense of wonder" en que los FX eran un vehículo para llegar más lejos, y no la meta.

Cameron, Spielberg y, qué demonios, yo mismo, hemos perdido un maestro, y estamos un poco más lejos de aquella época dorada. Lástima que los chavales de ahora de rían del stop-motion de Terminator, porque lo que se han perdido ni ellos lo saben.

En fin, descanse en paz. Cachis, vaya añico.

15.6.08

Nos Atacan

Lo dijo Arturo Cañas Cañas:

"Este mundo está dividido en pringaos y tíos con dos cojones. Da igual que sean reyes, príncipes o carboneros: o eres un pringao, o eres un tío con dos cojones."


A riesgo de que el susodicho chófer me parta las piernas, he de discrepar. Hay un tercer tipo de personas. Y son los más numerosos. Son un híbrido mutante: son los Mediocres. Mezcolanza aberrante de pringao y tío con dos cojones, tienen lo peor de cada casa: son Don Nadie, no llegan a nada porque no tienen aptitudes ni capacidades, pero la vida les ha puesto en lugares y circunstancias que les han hechoo creer que son Tíos Con Dos Cojones. Y por éso ya no se autoconsideran pringaos, porque el mundo les hace creer que son Tíos Con Dos Cojones. Y el resto somos pringaos, aunque seamos tíos con dos cojones, porque no somos mediocres.

Los Mediocres están en todas partes. Son esos niños que, de pequeños, cuando el abusón le daba una paliza al gafotas y le quitaba el bocata, se quedaban mirando. Si el gafotas pedía ayuda, miraban a otro lado; si el abusón les miraba, aún vigilaban para que el profe no apareciera. No ayudan al delito, ni lo evitan; se mantienen higiénicamente al margen y siempre salen ganando.

De mayores, los Mediocres no llevan la contraria a nadie que esté por encima de ellos. Sólo a los que no les pueden oír: al Gobierno, al Alcalde, al Director General. En su más profundo interior desean ser Tíos con Dos Cojones, pero como éso tiene riesgo de un revés que te convierta en un pringao, siguen manteniéndose en la esquina más cercana: al acecho, pero al margen. A punto para aparecer cuando el carácter fuerte de los Abusones y la falta de liderazgo de los Pringaos les eliminan del camino: ahí están los Mediocres para erigirse los más equilibrados, los ideales, los discretos eficaces.

Montilla, Zapatero, Rajoy, Bush, Àngel Llàcer, Agag, Aznar, JJ Vázquez. Mediocres oportunistas. Algunos necesarios en épocas de crispación, otros siempre al acecho, otros disfrazados de Tíos Con Dos Cojones. Arrastran a la masa de Mediocres que se identifican con ellos y les dan la razón, aún cuando, simplemente, no dan razones a nada. Igual que dije en su día, no se trata de lo que dicen, sino de lo que hablan. Hablan y parece que dicen muchas cosas, perro no dicen nada. Opinan y parece que van en contra del mundo, pero sólo descontextualizan y despojan de matices los hechos para que cuadren con sus ideas. Y los Mediocres del Mundo les siguen porque tampoco saben razonar ni matizar; éso es para los programas de debate que nadie ve; ésos en que la gente no se pisa cuando habla ni hay SMS pasando por debajo de la pantalla.

Lo saben todo. Cómo va a quedar España en la Eurocopa, quién ganará las elecciones, quién comete los atentados, cuándo acabará la huelga de transportes... Todo. Da igual que todas esas respuestas estén en el aire o seas Perogrulladas: nadie sabe quitarles las razones y los matices con tanta precisión como Los Mediocres. Y tienen razón siempre. Porque no son Pringaos Con Dos Cojones que se arriesgan a decir lo que piensan, sólo hablan, y al final, aciertan, porque si yo digo que mañana hará sol, acierto seguro: sólo hay que decir que, en realidad, está detrás de las nubes. ¿Mentira? ¡No, los Mediocres nunca mienten! ¡Éso es cosa de Pringaos!

9.6.08

Proyectos!!

Por suerte mi vida no se reduce al sótano donde sufro mis mañanas.

Una de las cosas que tengo en danza es un corto. Y en la mejor línea Vigalondo (¡qué grande!) me he creado un blog para seguir su gestación. Internet es de los pobres!!!!!

De momento hay sólo un par de cosillas para ir abriendo boca. Como estamos en bragas es más por tenerlo que otra cosa. Con el tiempo igual se convierte en un recopilatorio de los premios que se lleve (de ilusión también se muere).

Para el que crea que le puede interesar, la dirección es http://elprimeroquepasa.blogspot.com

Pronto colgaré un cartel, y espero que sea convenientemente destrozado amás puro estilo fanboy.

3.6.08

El Puto Perro del Hortelano

Me han mandado callar muchas veces en mi vida. Mis padres, mis profes, mis parejas, mis amigos... Es normal porque hablo mucho, y claro, a veces taladro, y otras veces digo más de lo que debería. Con el tiempo he aprendido a apretar los dientes, tomarme unos segundos para resumir mis ideas, controlar el temblor de mis manos y mi voz y, más o menos, decir, sereno, lo que creo que debo decir. De mi preciosa y cada vez más imprescidndible novia he aprendido a huir de éso sin necesidad de ser borde: escoger cuándo tu participación en una conversación es necesariamente pasiva y limitada a responder si te aluden o preguntan. Se llama escuchar.

Sin embargo, últimamente ni éso me sirve. Hoy día está muy mal visto que la gente diga cosas. No que hable, no, que diga cosas. Hay que soltar estupideces, lugares comunes, contar una y otra vez las mismas vivencias mínimas. Y si se te ocurre decir algo, en vez de hablar sin más, estás hablando demasiado. Sobre todo en según qué ambientes. Por éso como último (y difícil, en mi caso) recurso opto por el silencio.

La última vez que se me ocurrió decir algo me llamaron mentiroso. No me dijeron cuál era la mentira ni por qué me insultaban delante de desconocidos con impunidad total; mi error fue decir algo en lugar de hablar. Y desde entonces opté por el silencio, y me va más o menos bien. Con lo que casco en casa, decir lo imprescindible en según qué sitios no me va a matar.

Pero ¡ay!, me olvidaba del Perro del Hortelano. El que ni come ni deja comer. El que no quiere que digas nada pero le molesta que no hables. El que sólo te habla cuando quiere algo de tí, y luego, cuando hablas con alguien, ni siquiera te mira a la cara.

En realidad, lo que ocurre es que hay gente que sí necesita que digas cosas. Lo necesitan para poder desmontarlas. Es un caso clínico de desubicación: soy incómodo. No por mi actitud, ni por lo que digo, ni siquiera por lo que hago. Soy incómodo y ya está; por existir. Y cualquier cosa que tenga que ver conmigo es incómoda: que hable, que diga, que me calle, que haga, que no haga o que respire.

Ante ésa enfermedad extraña no puedo hacer nada. Es como enfadarse porque los pedos huelen mal: hay que aguantarse. El día que aprenda a fundirme y a hacer lo que hago sin tener que aparecer por el sótano, juro que lo haré. Pero mientras, vas a tener que aceptarme, aunque sólo estés obligado a los "buenos días" para el cuello de la camisa y poca cosa más. Yo me aparto todo lo que puedo, pero el pasillo es estrecho: sólo te pido, por favor, que no me pises más.

1.6.08

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

Indy ha vuelto. Y aunque algunos digan que no es lo mismo, que está viejuno y que pa qué, yo digo: mola. Mola mucho. Indy mola siempre.


Nunca sabremos si el guionazo de Frank Darabont rechazado por Lucas era mejor. Puede que fuera una revisión a lo "Robin y Marian", una peli de post-aventuras sobre el ocaso del héroe y la nostalgia de tiempos pasados, también en el mundo del cine. Pero los tipos que dinamitaron y reinventaron la industria del entertainment a mediados de los 70 no podían apelar al "cualquier tiempo pasado fue mejor" por simples principios: Lucas, porque es junto a Cameron el mayor estandarte de la innovación en el cine industrial (aunque con menor fortuna en lo artístico, no se puede negar que el cine es hoy lo que es gracias a la ILM); y Spielberg, porque cada vez que se sienta en la silla lo hace para dejarnos al resto un paso más atrás. Vamos, que por mucho que les gustara (sobre todo a tito Steven) jugar al revival, no tocaba.

Y no tocaba porque el público potencial de las aventuras de Indiana Jones, aparte de los fans de la saga, son adolescentes que van a ver los blockbusters en serie; ésos que conocen a Sean Connery por "La Roca", y a los que "Robin y Marian" y las referencias a Joseph Campbell que tanto gustan a Darabont les suenan a chino antiguo. Mal que nos pese, una peli de acción de hoy día es para ellos, y bastante es que las hostias parezcan de verdad y no haya una sola réplica digital de Harrison Ford siendo zaradeado por bicho gigante alguno. Menos mal.

Dicho ésto, podemos empezar diciendo que sí que la historia es la más floja de las cuatro. O quizá lo que ocurre es que matan a poca gente y ese humor ingenuo y clasicón que caracteriza la saga esté fuera de lugar en una actualidad dominada por la sangre y la crueldad cínica. Aún así, la profundidad en el personaje iniciada con la presencia de su papa en la 3 se prolonga aquí, sin que los rollos familiares interfieran con el espídico desarrollo, y el tratamiento hecho a la edad del actor/personaje se me antoja muy bien llevado. A Ford no le importa interpretar ni parecer un sesentón, y éso demuestra que el tipo, si bien no un gran actor ni alguien con muchas luces (eso dicen todos los que le conocen), posee una sabiduría callejera francamente acorde con su arqueólogo caradura. Harrison Ford es una máquina de interpretar a Indiana, y el tipo parece no haberse quitado el sombrero en 20 años.

El resto de personajes funcionan. Algunos por los pelos, como Hoxley y Max; otros por pura nostalgia, como Marion; y otros porque los actores que los encarnan son el carisma puro en pantalla: Cate Blanchett, demostrando una vez más que Jodie Foster NO puede dormir tranquila, y Shia Lebouf, que es simplemente el Richard Dreyfus de ahora: resultón, carismático, versátil, gracioso sin ser cargante y por supuesto el mejor de los actores de su generacion. Este chico es una mina: si destacar por encima de robots gigantes asesinos con el handicap de ser dirigido por Michael Bay no era suficiente, estar a la altura de Indiana Jones es un paso difícil de superar.

Sin embargo, donde la peli echa el resto y funciona como una puta apisonadora es en el señor con barba y gorrilla que manda el cotarro. Steven Spielberg demuestra que, a pesar de haberse vuelto un catedrático capaz de pulverizar/humillar/ningunear a cualquiera en cualquier género, tema o condición, sigue además en plena forma narrativa pura: no hay nadie en este puto mundo que pueda idear y rodar una secuencia como la persecución en la seva. La fisicidad y el ritmo, el llevar al extremo las situaciones y los planos, el cuerpo de los actores y los encuadres de los que hace gala es otra más (y van 33) de las lecciones que tito Steven da cada vez que se pone a dirigir. Es el mejor, y lo es tanto en una peli comprometida, incómoda y extrema como Munich o en un Blockbuster veraniego intrascendente como ésta. Y es que, ahora que Coppola prefiere jugar a ser pobre, y hasta que a Fincher no le tomen en serio de una vez, cuando el tito Steven dirige, el resto debería callarse la puta boca y aprender algo. Bueno, Cameron puede decir algo, venga... Pero que lo diga ya!!!!

Aspectos negativos? Muchos. Para empezar, que no hagan una como ésta cada semana. Que la gente se queje del uso del ordenador en IJ4 pero babeen con Matrix. Ah, y que John Williams se fue de vacaciones cuando le tocaba componer la banda sonora y tuvieron que tirar de retales.

Es bastante probable que Darabont escribiera una historia mejor. Más profunda, más sólida y más adulta. Pero lo que a mí me gusta de "Indiana Jones" es que cada vez que la veo vuelvo a tener 12 años. Malditos sean los que se empeñan en que incluso Indy sea más adulto: que se empachen de Von Trier y dejen al cine de verdad llevarnos a donde queremos.