Soy daltónico, razón por la cual nunca he prestado atención a todo lo relacionado con los colores. Es como si a alguien con un defecto auditivo de nacimiento intentan enseñarle solfeo absoluto: no sólo no es capaz, es que además se la suda. De pequeño pintaba la hierba naranja y todo el mundo se reía; pero a mí no me daba vergüenza porque, simplemente, para mí era la realidad.
Lo cual te lleva a idas de olla tipo Matrix (¿es TU azul el mismo azul que el SUYO?) bastante rayantes.
Pero no soy el único.
Ahora a ver quién es el guapo (o la guapa, sobre todo), que me discute que el nombre de los colores es totalmente arbitrario, convencional, y no tiene más base real que la propia educación.
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