Leo en El País unas delaraciones deÁngeles González-Sinde que me erizan los pelillos. La Presidenta de la Academia, como buena profesional asentada en nuestra gran industria, hace honores a todos los tópicos que se asocian a su institución y su ámbito profesional y, de paso, ahonda en su ya legendaria manía de liarla cada vez que abre la boquita.
Vamos por partes. Dice qué "pa qué queremos tantas Gigas de Banda ancha si no es pa'l eMule". Pues mira Angelines, por ejemplo para poder ver magníficos trabajos audiovisuales en YouTube, algunos de ellos, cortos de ésos que este año estuvieron a puntito de ser desterrados de los Goya. O para subirlos, si se es creacor pero no se puede acceder a una subvención o los circuitos de distribución oficiales. Es como si preguntara para qué quermos DVDs si los VHS se ven de coña. Muestra del gran conocimiento del sector audiovisual TOTAL que tiene la muchacha.
Más cosas. Que la Ley del Cine les afecta menos que la Ley de Propiedad Intelectual. Lo dice la presidenta de la academia de cine. Sin comentarios.
Y sigue. Que el cine español no es una industria raquítica. La octava potencia del mundo tiene como mayor producción cinematográfica íntegramente nacional "Alatriste": 24 millones de euros. La media presupuestaria de una peli española ronda los 3 millones de euros. Cada capítulo de "Lost" cuesta 5 millones. Que no me vanga con que Amenábar está rodando Ágora en malta con 50 millones, porque Amenábar es tan representativo de la situación general como lo es Almodóvar, osea nada; son directores que tienen el favor del público por su especial capacidad para conectar con él, cosa que ni depende de la nacionalidad de cada cual, ni por supuesto es algo inherente a los cineastas españoles (de hecho a veces parece que ser antipúblico mola más que que la gente vaya a ver tu peli).
Y por último, como no podía ser de otra manera por el camino que llevaba, las estrellas del discurso habitual: demagogia barata y contradicciones en nombre del "to pa mí". La demagogia es decir que la cultura no tiene por qué ser gratis, "porque tampoco lo son los antibióticos"; estoy de acuerdo en que se subvenciones a los artistas y que éstos cobren por su trabajo; no lo estoy en que tenga que exisitir una Academia para ello, ni que "Equipo Ja", "Torrente" o las soplapolleces trasnochadas de Aranda merezcan consideracióin alguna en este sentido. Por otro lado, la contradicción es reclamar ayudas a la cultura para una industria, es decir, la doble vocación según lo que se reclama: subvención y proteccionismo al artista, y al mismo tiempo compensación estatal (en forma de canon que recauda una entidad privada y monopolista) a un sector industrial. ¿En qué quedamos? ¿Merecemos que nos financien una peli por su valor artístico o exigimos que nos compensen cuando la gente encentra nuestro producto más barato?
Lo más grave de todo esto es que, al mismo tiempo que se celebran galas fastosas y se pregona que el cine español está mejor que nunca, se ningunean festivales de audiovisuales independientes, se cargan tintas sobre la poca responsabilidad de las televisiones y se criminaliza y menosprecia a un público que, simplemente, les da la espalda porque no les gusta lo que hacen. Es así de simple. Nunca, y digo nunca, he oído a esta señora, ni a ningún otro cargo de la institución en cuestión, hacer un mínimo de autocrítica, ni siquiera en temas tan obvios como la falta de géneros, el menosprecio a los nuevos medios y los formatos diferentes, o la necesidad de renovar urgentemente la plantilla de artistas procanon que, curiosamente, son los que se pegan los hostiazos más sangrantes en taquilla, que parece ser la gran olvidada de Angelines.
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